Plan Michoacán: reacción tardía o nueva esperanza
El gobierno lanza el Plan Michoacán por la Paz y la Justicia tras el asesinato de un alcalde. ¿Será suficiente para frenar la violencia?
El reciente asesinato de un alcalde michoacano, ampliamente respetado por su comunidad, volvió a poner sobre la mesa la crisis de violencia en el estado. No fue sino hasta este trágico hecho que el gobierno federal, encabezado por Claudia Sheinbaum, decidió reaccionar de manera más visible ante la situación.
La mandataria presentó el “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, una estrategia que busca atender las causas de la violencia mediante el acercamiento directo con las comunidades. Según explicó, su gabinete recorrerá distintas regiones para escuchar propuestas ciudadanas y preguntar cómo reducir la inseguridad desde un enfoque social.
Sheinbaum reiteró que “la seguridad no se sostiene con guerra, sino con justicia, desarrollo y respeto a la vida”. Bajo esa premisa, el plan se articula en tres ejes: seguridad y justicia, desarrollo económico con equidad y educación y cultura para la paz.
Aunque muchos reconocen los avances de su administración en materia de becas, programas sociales y crecimiento económico, la pregunta persiste: ¿cuándo se reflejarán estos logros en una mejora real de la seguridad pública? La inseguridad, especialmente en Michoacán, continúa siendo el principal reto de la llamada Cuarta Transformación.
Algunos analistas advierten además sobre la creciente tensión con Estados Unidos en temas de narcotráfico y soberanía. Circulan versiones que atribuyen el asesinato del alcalde a maniobras extranjeras destinadas a justificar una intervención militar. Sin embargo, permitir la entrada de tropas foráneas sería, según varios expertos, una pérdida de soberanía similar a la vivida por países como Irak o Libia.
Por otra parte, las manifestaciones recientes contra la administración federal, convocadas en redes sociales por grupos juveniles, también dividen opiniones. Mientras algunos las consideran expresión legítima del descontento, otros las ven como un intento de manipulación política por parte de sectores opositores.
México enfrenta así una encrucijada: consolidar los logros sociales de la 4T o arriesgar su estabilidad por la falta de resultados en seguridad. El Plan Michoacán será una prueba determinante para medir la capacidad del gobierno federal de transformar no solo la narrativa, sino la realidad cotidiana de millones de mexicanos.
DAM
