¿Revolución estudiantil o chantaje universitario?
La UAEMéx enfrenta un movimiento dividido entre demandas legítimas y presiones que parecen responder a intereses particulares.

TOLUCA, Estado de México, 25 de julio de 2025.- Lo ocurrido recientemente en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) refleja una fractura dentro del movimiento estudiantil. Lo que comenzó como una expresión legítima de inconformidad por parte de una parte del alumnado, ha evolucionado hacia una lucha que muchos ya no reconocen como genuina. La cancelación de una mesa de diálogo en la Facultad de Medicina es apenas un síntoma de una enfermedad más profunda: el debilitamiento del sentido colectivo en favor de intereses particulares.
📢 ¡Únete a nuestro canal de WhatsApp!
Envía tus denuncias ciudadanas y recibe las noticias más importantes de manera oportuna directamente en tu WhatsApp.
📲 ¡DANDO CLIC AQUÍ!El correo enviado a la Rectora Patricia Zarza por estudiantes de la Facultad de Medicina preocupados es elocuente. En él se expresa el temor de que ciertos grupos, particularmente influenciados por liderazgos de otras facultades como Ciencias Políticas y Humanidades, estén dispuestos a dinamitar cualquier intento de reconciliación o diálogo. El motivo, según se denuncia, ya no sería el bienestar común ni la mejora de las condiciones académicas, sino la exigencia de que la rectora reconozca públicamente su elección como ilegítima, bajo presión mediática y amenaza de continuar con el paro indefinidamente.
“Lo que queremos es que el paro termine, que las clases comiencen sin amenazas, sin huelga y sin violencia”, se lee en el mensaje enviado a Zarza Delgado. El testimonio revela que no todos los estudiantes están dispuestos a permitir que se utilicen sus voces y su causa como vehículo de presión para agendas particulares.

Tras semanas de paro, la Facultad de Medicina había optado por regresar a clases y entregar un pliego petitorio como vía para avanzar en las demandas reales de los estudiantes. Sin embargo, ante la convocatoria a una mesa de diálogo con la rectoría, el grupo conocido como Enjambre Estudiantil reaccionó con oposición. La amenaza fue clara: si se llevaba a cabo la reunión, el encuentro sería saboteado. Esta actitud demuestra una preocupante intolerancia dentro del mismo movimiento, donde el disenso interno parece no tener cabida.
Es importante destacar que la Rectora, electa mediante un proceso democrático, ha mostrado apertura al diálogo. Ante el riesgo de una confrontación mayor, optó por posponer la reunión y dejó claro que mientras no haya condiciones de respeto y unidad mínima, no se puede dialogar constructivamente. Es una decisión prudente. El diálogo, para ser auténtico, debe ser entre iguales, no entre quienes buscan soluciones y quienes emplean el conflicto como herramienta de presión.
No se puede ignorar que en paralelo se han registrado avances. Durante la primera semana de encuentros con distintas comunidades universitarias, se logró el levantamiento del paro en varios espacios académicos, entre ellos los Centros Universitarios de Texcoco, Tenancingo, Teotihuacán y las Unidades Académicas de Chimalhuacán, Acolman y Tianguistenco. A pesar de ello, aún permanecen cerradas 15 facultades, la mayoría ubicadas en la ciudad de Toluca.
La polarización dentro del movimiento hace evidente que la lucha ya no es monolítica. Si bien hubo un momento en que las demandas eran compartidas y urgentes, ahora lo que prevalece es una división entre quienes buscan construir y quienes desean imponer. La politización excesiva, sumada a métodos coercitivos como la presión mediática y la amenaza de sabotaje, desvirtúa el objetivo inicial.
La universidad debe ser un espacio para el disenso, pero también para la responsabilidad. El paro estudiantil, históricamente, ha sido un recurso legítimo para demandar cambios. Pero su legitimidad se pierde cuando se convierte en una herramienta de chantaje, utilizada por grupos que buscan imponer condiciones ajenas a las necesidades colectivas. La educación no puede ser rehén de intereses particulares.
La comunidad universitaria merece soluciones, no simulaciones. Aún es posible recuperar la legitimidad del movimiento si se retoman los canales del diálogo, si se prioriza el bien común y si se evita que la protesta se convierta en una estrategia de presión sin límites. De lo contrario, lo que comenzó como una lucha por una mejor universidad, puede terminar como una triste muestra de cómo se desvirtúa una causa justa cuando los fines se anteponen a los medios.
Las preguntas están sobre la mesa: ¿cederá la rectora a las presiones? ¿Estamos ante un último intento por negociar o frente al desgaste de un movimiento que perdió rumbo? Lo cierto es que la solución solo llegará cuando todos los actores reconozcan que el verdadero interés debe ser el futuro de la universidad y no la imposición de agendas oscuras.
Fundador y Director General
PHmx Noticias
Autor de esta nota periodística. ¡Síguenos para más contenidos y reportajes!